Amalia Granata, un orto de mundo perfecto
La cola de Amalia Granata es tan perfecta como el mundo donde hace de panelista, y muchos se preguntan si se está tuneada. “La cola es toda mía” dice orgullosa la rosarina, lo cual no quita que también pueda ser tuya porque la rubia es muy generosa con el pavito. “Disfruto mucho teniendo sexo por la cola” confiesa con serena putez, “para muchas hacerlo por atrás es tabú, pero a mí me da un placer tremendo.” Y con esta confesión, queda claro el significado del tatuaje que en forma de estrella ninja la rosarina se hizo arriba de la cola: es un diagrama de cómo tiene el nudo del globo más abajo! Así que no te preocupes por juntar saliva, porque la escarapela de cuero de Amalia no necesita pomada. “No uso lubricantes porque no me hacen falta” anuncia la rosarina triunfante, “a otras les duele, pero a mí me encanta.” Claro que una cosa es que entre fácil y otra que baile, y por eso la rosarina la prefiere grandecita. “Aunque digan que no, el tamaño importa” dice Granata, “los prefiero con muñeco grande, aunque los que la tienen chiquita se la pueden rebuscar usando las manos, la boca y la lengua.” Y la pregunta del millón Amalia, billetera mata galán? “Mirá, muchas veces me ofrecieron dinero a cambio de sexo” reconoce la rosarina, “alguno me llegó a ofrecer hasta cinco mil dólares, pero no los agarré.” Agarrá esta Amalia entonces!
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Amalia Granata, tuya en Un Mundo Perfecto
Si estabas buscando comerte algo rico para hacer una muy feliz fiesta, fijate el tremendo pan dulce que tiene Amalia Granata, ahora con nueva fórmula. “Siento que en el último tiempo me cambió el cuerpo y también la actitud” explica la rosarina, “me empecé a sentir más sexy y ahora todos me quieren partir, está bueno!”. Claro que Amalia está buena, tanto que cuando pone la cola convierte un mediocre programa en Un Mundo Perfecto. “La verdad esperaba hace tiempo lo que ahora me está pasando” dice la rubia, “me tenía fe porque este laburo ya lo hacía en Chile y ahora lo hago justo con Pettinato, a quien veía en Duro de Domar y para mí era lo más.” En el programa le tiran papelitos para que ella los busque, pero como indica el juego de la basura, debería ser al revés: Amalia se tira para que vos la recojas. “Disfruto mucho el sexo porque aprendí a ser egoísta” dice la rosarina, “entendí que lo importante es que yo quede satisfecha.” Y si no hay compañero para la basurita, la rubia no duda en jugar un solitario. “Cuando tengo ganas de masturbarme lo hago” dice mientras vos bien caballero te ofrecés a darle una mano, “para algunas chicas es tabú, pero las que no se tocan no saben lo que se pierden.” Y vos no te pierdas de probar ese exquisito pan dulce rosarino que la rubia ofrece con gusto. “Cuando tengo sexo por la cola lo disfruto muchísimo” confiesa Amalia “en serio, me da un placer increíble y no uso lubricante porque no hace falta.” Y eso que la rubia se la manda hasta la manija porque le gusta sentarse arriba del pingo y salir a cabalgar. “A Granata le gusta ir arriba” dice en tercera persona como auténtica amazonas de la garompa, “la duración de la sesión depende, cuando tengo sexo todos los días la cabalgata dura un montón.” Claro que con ese terrible ojete, para viajes largos Granata prefiere ir sentada sobre una buena montura. “El tamaño es importante, aunque los que la tienen chiquita se la rebuscan bastante bien” reflexiona Amalia, “usan las manos, la boca, la lengua… pero también está bueno que la tenga grande, qué querés que te diga!” No digas nada Amalia, que hablar con la boca llena es mala educación.
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Amalia Granata atiende por la puerta trasera
Puede que Amalia Granata no atienda los dos teléfonos como para armar una tortilla party, pero en este momento atiende el tuyo y con eso te alcanza. Te alcanza y te sobra, porque ese pavo está brutal, es una locura y justifica la tuya al agarrarla de los pelos y estamparla contra la pared en lo que podría ser perfectamente una escena de una película porno de los años 70, porque la cara de Amalia parece de esa época, como la de Susana Giménez en el “shock” que la hizo famosa. Claro que el “shock” se lo va a comer Granata cuando le destapes esa suculenta colita con la sopapa de carne, aunque vas a tener que ser muy creativo para sorprender verdaderamente a la rubia, que confiesa por esa cola pasó todo Rosario incluyendo al monumento a la bandera. “No me queda nada virgen, es la verdad” dice Amalia quebrando la espalda para sacar ese orto que parece mejorar con cada pijazo. “Ya no tengo nada virgen y la cola tampoco” dice Amalia con esa boca que parece abierta 24 horas como un cajero automático, siempre lista para recibir depósitos lácteos. “Porque para mí la cola no es tabú, sino todo lo contrario” agrega mientras vuelve a mostrar el pavo y se lleva el teléfono a la boca en lo que parece un ataque de ansiedad oral que también va a ser escrita cuando le firmes con leche la espalda al lado del tatuaje que tiene arriba del orto como si fuera una patente de viciosa. “Para mí en el sexo nada está prohibido” sigue explicando Granata en lo que podría ser el mismo argumento de venta que escucharon Robbie Williams y el Ogro Fabbiani antes de dejar su contribución, “la masturbación femenina tampoco es tabú, me la hago cada vez que tengo ganas.” Es que una cola como la de Granata necesita tres comidas diarias con una estricta dieta de huevos, leche y carne en barra, porque sino se tiene que sacar el hambre ella misma. “Yo me toco cuando tengo ganas” dice Granata y vos tenés ganas de invitarla a que te muestre, “porque las que dicen que no se tocan, mienten o no saben lo que se pierden.” Porque justamente si hay algo que Amalia Granata no quiere es perderse de nada, y por eso está con ganas de “perderse” una toronja mecánica en esa terrible cotorra. “A veces me dan ganas de probar con un consolador” dice la rosarigasina, “porque mis amigas dicen que cuando lo conocés ya no querés saber más nada con los hombres!”. A menos que le den un puñado de dólares.